Misión posible (si sabes cómo): dormir durante las olas de calor

11 de agosto de 2024
No Enfermar

El calor es un factor que influye significativamente en la calidad del sueño, especialmente durante las noches calurosas del verano, que se han vuelto cada vez más comunes. Cuando las temperaturas nocturnas no descienden por debajo de los 25 grados, el cuerpo humano enfrenta un desafío adicional para mantener su temperatura interna ideal de 37 grados, un requisito esencial para un sueño reparador.

Uno de los principales mecanismos que el cuerpo utiliza para regular la temperatura es la sudoración y la dilatación de los vasos sanguíneos, lo que ayuda a liberar calor. Sin embargo, cuando las temperaturas son excesivamente altas, estos mecanismos no son suficientes, lo que lleva a una acumulación de calor corporal que dificulta tanto el inicio como el mantenimiento del sueño. Esta dificultad se ve acentuada por la necesidad fisiológica de que la temperatura corporal descienda para facilitar el sueño profundo, lo que se vuelve casi imposible en un ambiente cálido.

Las consecuencias de un sueño interrumpido o de mala calidad debido al calor van más allá de la incomodidad inmediata. La falta de sueño reparador afecta la salud general, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, problemas metabólicos y trastornos del estado de ánimo. Además, la fatiga acumulada puede deteriorar el rendimiento cognitivo y físico durante el día, lo que a su vez puede impactar negativamente en la productividad y el bienestar general.

Las personas más vulnerables a estos efectos adversos son los grupos que ya tienen dificultades para regular su temperatura corporal, como los ancianos, los niños pequeños y aquellos con enfermedades crónicas, especialmente las relacionadas con el sistema cardiovascular y respiratorio. Además, las personas que sufren de trastornos del sueño, como el insomnio o la apnea del sueño, también experimentan una exacerbación de sus síntomas en climas cálidos.

Una de las soluciones más comunes y efectivas para mitigar los efectos del calor es el uso del aire acondicionado. Sin embargo, su uso debe ser moderado para evitar problemas adicionales, como despertares nocturnos causados por un enfriamiento excesivo de la habitación.

Los expertos recomiendan utilizar el aire acondicionado para preparar el dormitorio antes de dormir y ajustar la temperatura a un nivel cómodo, preferiblemente no inferior a los 25 grados durante la noche. Otra opción viable es el uso de ventiladores de techo, que ayudan a reducir la temperatura corporal de manera más gradual y suave.

Además de los aparatos eléctricos, existen varias estrategias que pueden implementarse tanto durante el día como por la noche para mejorar la calidad del sueño en climas cálidos: mantener las ventanas y persianas cerradas durante el día para evitar la entrada de calor, y abrirlas por la noche para aprovechar la brisa fresca, es una práctica recomendable; optar por sábanas y ropa de cama de materiales ligeros y transpirables, como el algodón o el lino, puede ayudar a mantener el cuerpo fresco; también es beneficioso tomar una ducha tibia antes de dormir para reducir la temperatura corporal, aunque es importante evitar que el agua esté demasiado fría, ya que esto podría tener un efecto contrario.

La hidratación es otro aspecto clave para mitigar los efectos del calor sobre el sueño. Beber suficiente agua durante el día ayuda a compensar la pérdida de líquidos por sudoración, lo que puede prevenir la deshidratación, un factor que contribuye a la incomodidad y la interrupción del sueño. Además, se recomienda evitar el consumo de alcohol antes de acostarse, ya que este puede empeorar la calidad del sueño y aumentar la sudoración nocturna.

Además de la suficiente hidratación, también es fundamental prestar atención a la ingesta de alimentos en la noche. Consumir comidas ligeras y evitar el alcohol puede ser clave para evitar el sueño ligero. Las comidas pesadas y el alcohol pueden aumentar la sudoración nocturna y dificultar un descanso reparador.

Además, reducir la exposición a dispositivos electrónicos antes de acostarse es otro paso importante. La luz emitida por pantallas puede interferir con la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño, y dificultar la conciliación del sueño. En lugar de utilizar dispositivos electrónicos, es preferible dedicar tiempo a actividades relajantes como la lectura o escuchar música suave, lo que prepara el cuerpo y la mente para un descanso nocturno más profundo y reparador.

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Para aquellos que aún experimentan dificultades para dormir a pesar de estas medidas, es aconsejable evitar permanecer en la cama si no se puede conciliar el sueño. Realizar actividades calmadas, como leer o escuchar música relajante, puede ayudar a preparar el cuerpo y la mente para el descanso sin desarrollar malos hábitos, como el uso de dispositivos electrónicos en la cama.

A estos consejos para que cada persona lleve a cabo en su domicilio, desde la Comunidad #NoEnfermar queremos recordar que es crucial que las políticas públicas consideren el impacto del calor en la salud del sueño. Las soluciones estructurales, como el aumento de espacios verdes en las ciudades para mitigar el efecto de las islas de calor y la mejora del aislamiento y la ventilación en los edificios, son esenciales para proteger a las poblaciones más vulnerables. Estas medidas no solo contribuirán a mejorar la calidad del sueño, sino que también tendrán un impacto positivo en la salud general y el bienestar de la población.


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