¿Cómo afecta los cambios de horario a nuestra salud y porqué es preferible quedarnos en el horario de invierno?
Autor: Prof. Liu Zheng
Imagina que, dos veces al año, tu cuerpo vive un pequeño jet lag sin subir a un avión. Así describe la ciencia lo que ocurre cuando ajustamos los relojes en primavera y otoño. Pero hay una diferencia clave: mientras el horario de verano alarga las tardes con luz artificial, el de invierno se alinea mejor con los ritmos que llevamos grabados en los genes desde hace milenios. ¿Por qué? La respuesta está en cómo la luz moldea nuestra biología.
En el corazón del cerebro, un grupo de neuronas —el reloj circadiano— actúa como director de orquesta de nuestro cuerpo. Su partitura es la luz solar. Cada mañana, los primeros rayos, ricos en tonos azules, envían una señal clara: es hora de activarse. Estas ondas luminosas inhiben la melatonina, la hormona que nos induce al sueño, y despiertan funciones como la digestión, la temperatura corporal o la atención. Al atardecer, cuando la luz se torna cálida y rojiza, el reloj central entiende que debe avisar a la glándula pineal: “Comienza a producir melatonina”. Así, horas después, caemos dormidos.
El problema surge cuando, con el horario de verano, alteramos este baile entre luz y oscuridad. Al adelantar los relojes, las tardes ganan luz artificial blanca o azulada —similar a la matutina— que confunde al cerebro. La melatonina se retrasa, el sueño se fragmenta y, con él, se desincronizan los miles de millones de relojes microscópicos que regulan cada célula. Es como si, de pronto, cada músico de la orquesta tocara a su ritmo. Las consecuencias van más allá de sentirnos cansados: estudios revelan picos en infartos, lapsos de memoria e incluso brotes de alergias en los días posteriores al cambio.
Aquí es donde el horario de invierno muestra su ventaja. Al priorizar la luz matutina, refuerza el despertar natural y permite que la oscuridad llegue antes, protegiendo la producción de melatonina. No se trata solo de dormir mejor: órganos como el hígado, el corazón o el sistema inmunitario dependen de estos ciclos para repararse y funcionar. Por ejemplo, la presión arterial baja un 10-15% durante la noche, un proceso que se altera si la melatonina no alcanza su pico a tiempo. En cambio, con luz artificial hasta tarde, el cuerpo permanece en un estado de “alerta crepuscular”, como si el atardecer nunca terminara.
Algunos argumentan que el horario de verano ahorra energía, pero la ciencia cuestiona este beneficio. Las luces modernas, especialmente las LED y las pantallas, consumen menos, pero su impacto biológico es mayor. Un estudio demostró que usar un teléfono dos horas antes de dormir reduce la melatonina en un 22%, retrasando el sueño. Bajo el horario de invierno, sin embargo, las noches más tempranas nos “invitan” a desconectar antes, sincronizando nuestros hábitos con la biología.
¿Y qué pasa con los amaneceres oscuros del invierno? Aunque despertar sin luz solar puede ser duro, la alternativa —mantener el horario de verano todo el año— sería peor. En países como España, implicaría amaneceres en diciembre pasadas las 9:30 horas, privando al cerebro del estímulo lumínico clave para activarse. La luz matutina es insustituible: no solo reinicia el reloj central, sino que mejora el ánimo y la productividad.
La conclusión es simple: nuestro cuerpo no entiende de husos horarios políticos, sino de amaneceres y anocheceres. El horario de invierno, al respetar la progresión natural de la luz, minimiza el conflicto entre el tiempo social y el biológico. Eliminar el cambio estacional no solo evitaría esos dos jet lags anuales, sino que nos devolvería a un ritmo más humano, donde la noche vuelve a ser noche, y el día, día. Al fin y al cabo, como dice la cronobiología, la salud no es solo lo que comemos o cuánto ejercicio hacemos, sino también cuándo lo hacemos. Y el “cuándo” lo marca la luz.
A continuación, les traemos dos videos del Prof. Liu Zheng, fundador de las Clínicas MEDIZEN y director de Campus Acupuntura, hablando sobre la importancia de vivir acorde al horario solar y su implicación con el ciclo circadiano:
Horario oficial, horario solar y horario bioenergético (parte1):
Acupuntura y regulación del ciclo circadiano y bioritmo (parte2):
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